Hola, mi nombre es Cleo y vivo en Nueva York, pero soy española y os voy a contar mi historia
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Hola, debo deciros, queridos lector@s que os agradezco mucho que leeais mi historía, siento no escribir muy a menudo, no tengo mucho tiempo libre, subiré uno o dos capítulos al mes, puede que incluso tres en algunos.
Un saludo,
Olivia Sanz

sábado, 26 de enero de 2013

Capítulo 5: En el hotel

Bajamos del coche sin apartar la vista del maravilloso hotel, por lo menos Marta y yo, todo era tan increíble que parecía un sueño, tenia muchas ganas de estar a solas con Marta para poder hablar de todo esto.
- Marta, vamos a coger las maletas.-dije yo.
- Sí, vamos, y rápido.- respondió ella.
Me acerque al coche y cogí mi maleta azul y Marta cogió la suya lila. Mientras nos dirijamos a la entrada del hotel me fije en el nombre del hotel, se llamaba "Amazing New York", tenia cuatro estrellas. Estábamos ya cerca de la entrada cuando mi padre nos llamó.
- ¡Esperad, estaos quietas! - dijo él.
- ¿Por qué? - preguntamos nosotras.
- Porque antes hay que registrarse y pedir las habitaciones.
- ¡Ah! ¡Es verdad! Lo sentimos, es que estábamos tan entusiasmadas. - dijo Marta.
Mientras  esperábamos a que terminaran de coger las maletas, estuvimos mirando el hotel con más detalle. El edificio era gris, seguramente por el reflejo de los edificios ya que parecía que estaba formado por cristales o espejos, las ventanas eran grandes, era precioso, un gran rascacielos. Cuando terminaron de coger el equipaje el taxi se marchó y nos dirigimos a la puerta del hotel. Marta y yo queríamos ser las primeras en entrar y así fue.    Entramos y miramos a nuestro alrededor, lo primero que vi fue una mesa con una réplica exacta de Nueva York, nos acercamos para verla mejor, estaba el maravilloso Central Park, el espectacular Chrysler, el altísimo Empire State Building, los maravillosos museos de esta ciudad, la famosísima Times Square, la preciosa Estatua de la Libertad ¡incluso el hotel! Era una maqueta preciosa. 


Además, era todo lo moderno que se podía imaginar, había una lámpara blanca, tres sofás blancos con una mesa de cristal, en otro lado unos sillones negros con una estantería gris y la recepción  también había ordenadores y wifi gratis, tenía muchas ganas de hablar con mis amigas y contarles todo esto. Mis padres y los de Marta fueron a recepción a pedir el número de las habitaciones. Cogí de la mano a Marta y la llevé a uno de los sillones.
- Esto es increíble, el hotel, la ciudad, todo. - dijo Marta.
- Parece como si todo se fuera a cumplir, - respondí - como si no hubiera nada que no pudiéramos hacer.
- Sí, es cierto, pero, ¡todavía nos queda ver nuestra habitación!
- ¡Sí!
En ese momento nos llamaron nuestros padres, ya les habían dado las habitaciones. Había tres ascensores, uno muy grande y los otros dos pequeños, nosotros cogimos el grande, vi como mi madre le daba al botón de la 6º planta. Al llegar giramos a la derecha, la zona de las habitaciones de la 620-650 y nos detuvimos en frente de tres habitaciones.
- Están son nuestras habitaciones - dijo mi padre.
Eran la 645, 646 y 647.
- Vosotras dormiréis en la 646 - dijo dirigiéndose a nosotras - Luis y Elena, vosotros en la 647, yo con mi mujer y las niñas en la 645 que tiene una habitación más, según me han dicho en recepción  Portaros bien, colocad vuestra ropa y descansad, a ver son las 6 y media dentro de una hora y media iremos a recogeros para buscar  un McDonald y cenar, pasarlo bien - nos dijo.
Nos despedimos y entramos entusiasmadas en nuestra habitación, había un corto pasillo, al cruzarlo, había un bonito salón con dos cómodos sillones rojos y un  gran sofá del mismo color frente a una televisión enooorme de pantalla plana, al lado del sofá y de los dos sillones había una mesa de cristal con una foto del Empire State Building en blanco y negro, y detrás, un escritorio negro con un ordenador, detrás había una puerta, la abrimos y vimos una preciosa habitación con una lámpara con forma de rascacielos,   otro escritorio, una televisión mas pequeña que la otra, un sofá de piel marrón y nuestras camas, cada una con una mesita de noche negra y de cristal con una lámpara y los armarios. Había una puerta que llevaba al cuarto de baño. 
- Wow - dije yo - esto es maravilloso.
- Ya ves -  respondió Marta.
Marta se puso a sacar las cosas de su maleta, yo volví al salón y abrí las cortinas, esas vistas me impresionaron más que todo lo que había visto antes, era una vista preciosa, estuve unos cuantos minutos mirando hasta que Marta me llamó, dijo que seria mejor que deshiciera mi maleta y es lo que me dispuse a hacer. Pasamos una hora y media chateando, ordenando y viendo la tele hasta que llamaron a la puerta, eran mis padres y los de Marta, habían encontrado un McDonald en Times Square así que fuimos allí y aprovechamos para ver un poco la ciudad, Nueva York por la noche es todavía más bonita que por el día, sobre las diez volvimos al hotel y descansamos de ese día tan largo pero maravilloso.

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